“Tomemos como caso de estudio el chiste de la señora que tenía un perro que se llamaba Mistetas y, extraviado el animal, pregunta a un viandante con quien se cruza ‘Perdón, ¿ha visto usted a Mistetas?’ – ‘No, pero me gustaría verlas’. Si bien es sabido que esta pieza humorística entra de lleno en la clasificación de chiste viejo, no es desdeñable el hecho de siga siendo un chiste efectivo y, por lo tanto, consiga su objetivo, que no es otro que hacer reir, como bien saben ustedes, al menos en el sector de población masculina de edades comprendidas entre los 8 y los 12 años. Es innegable, pues, que contiene mecanismos que conducen de manera inequívoca a la risa y, me propongo demostrar que dichos mecanismos, convenientemente actualizados, son igual de vigentes en otros targets y, por lo tanto, ¡ojo al dato!, el sentido del humor ni se crea ni se destruye, sino que se transforma.”
“La energía que se emplea en la creación de chistes no ha sido cuantificada con precisión, aunque varios estudios cuyos objetivos trataban lateralmente esta cuestión nos dan pistas acerca de cuánto cuesta, pizca más o menos, crear un chiste. En el cuadro que se presenta a continuación pueden ustedes comprobar la energía que cuesta crear los diferentes tipos de chistes que identificó en su estudio el Profesor Tonetti:
• Chiste infantil: 54,4 KJ.
• Chiste viejo: 62,7 KJ.
• Chiste verde: 75,2 KJ.
• Chiste del Lepe: 76,3 KJ.
• Chiste de humor negro: 102,6 KJ.
• Chiste de humor inteligente: 256,2 KJ.
Se puede comprobar con claridad diáfana, damas y caballeros, que hay que huir del humor inteligente como de la tiña. En los tiempos de carestía energética en la que nos hallamos, lo más sensato, lo más responsable, lo más ecológico, es crear chistes infantiles y viejos. Como mucho, podemos admitir, en casos especiales, la creación de chistes verdes y del Lepe.”
“Pero no sólo crear y contar chistes de bajo consumo energético es lo recomendable, no es esa la única acción que podemos emprender de cara a salvar. También podemos hacer otra cosa: reciclar chistes viejos. El chiste con que abría mi conferencia puede ser reformulado de múltiples maneras sin perder por ello su contenido humorístico intrínseco (CIH) y consumiendo muchísima menos energía de la que se emplearía para crear un chiste nuevo. Una de ella, a modo de ejemplo, es la de la muchacha que bautiza a su gato Miculo, y el gato se pierde, y cuando la señorita va buscándolo por la calle e interpela a un caballero ‘Señor, ¿ha visto usted a Miculo?’ – ‘Como no lo voy a ver, con lo gordo que lo tiene’, responde el hombre. A título informativo les diré que para la creación de esta versión he invertido únicamente 1,22 kilojulios. Otra versión cuya creación requirió sólo 1,02 kilojulios es esta: la chica ve a una vecina suya y le pregunta ‘Maruja, ¿sabes dónde está Miculo?’ – ‘Claro, debajo de tu espalda’. Muchas gracias por su atención.”
miércoles, 30 de abril de 2008
Conferencia. El reciclaje de chistes, un concepto necesario.
Espigamos, a continuación, algunos extractos de la magistral conferencia impartida por el Profesor Von Stronheim en el Salón de Grados (y eso que tenían aire acondicionado) de la Universidad Pontificia de Punto y Coma, hace un par de tardes:
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3 comentarios:
Será ‘Maruja, ¿sabes dónde está Miculo?’ :-)
Bueno, bueno... será, será... ¡es!
Gracias, Mic. Corregido.
si hay alguien concienzudo ese es el profesor Tonetti, pero no puedo evitar preguntarme si sería ético crear chistes de gran consumo energético sin usar combustibles fósiles ni contaminantes, por ejemplo: ¿y si me construyo una presa o uso la fuerza de las mareas para tal fin?
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