La verdad a medias
Sí, amigos, la realidad subyace ahí detrás, debajo de la alfombra. He leído un par de noticias esta mañana, he atado cabos y he descubierto cosas que os sorprenderán, como a mi, que ya creía haber agotado mi capacidad de sorpresa.
Anoche, a eso de las doce menos cuarto, un DJ de la ruta del bakalao era asesinado en Santos Justo y Pastor, número 142, en frente del Instituto Sorolla. Alguien avisó a la policía que llegó bastante rápido y sorprendió a un sospechoso por la calle, lo persiguió y cuando lo tenía acorralado, este, un preso fugado, se encañonó la sien y disparó.
Horas antes en la Avenida del Puerto, frente a la gasolinera de la BP que se encuentra al lado del Hotel Abba Acteón, una explosión sorprendía y asustaba a los traseúntes. Todo el mundo temía un ataque terrorista, pero todo resultó ser la explosión de un neumático de un autobús que circulaba por la avenida.
Aparentemente. Pero mi experiencia me ha enseñado que jamás nos debemos fiar por las apariencias, así que yo, que me encaminaba a hacia casa de Sento el Gros a eso de las ocho de la tarde, eché un vistazo al tipo de la puerta del Döner-Kebab de la avenida del Puerto, esquina Tomás de Montañana, y me sorprendió el hecho de que no llevara su habitual camiseta valencianista, habiéndola sustituida por una de esas camisetas sin mangas de Brasil que tan bien sientan a algunas chavalas.
"Aquí hay gato encerrado", me dije. Y luego empecé a descojonarme yo solo, sospechando de la carne con la que se hacen los kebabs.
Cualquiera lo habría dejado aquí, con un chiste malo, pero yo, que todavía tengo pendiente terminar con mi amigo Ramírez el chiste de la zurda y la disléxica que se montan en canoa, no tengo por costumbre cenar paella ni dejar los asuntos a medias.
Así que, aprovechando un semáforo en rojo, me bajé, entré en un todo a cien, compré un chaleco de alta visibilidad no homologado, y con una linterna de bolígrafo y una piruleta a modo de lupa, decidí investigar los hechos.
Bueno, decidí investigarlos cuando volviera a casa, que había quedado en recoger a Jonathan Schizo para ir a casa de Sento el Gros y ya llegaba tarde. Así que, por la noche, tuve un pálpito (era un mensaje que me había llegado al móvil) y decidí volver a casa por la avenida Santos Justo y Pastor. Llegué justo a tiempo para ver como un individuo se volaba la tapa de los sesos. Algo en lo que no reparé en ese instante me llamó la atención y quedó grabado en mi subsconsciente. El peinado del suicida: era un MULLET como la copa de un pino.
Me llegué a mi hogar y me puse a investigar en las páginas porno de Internet a las que soy más asiduo. Cuando me di cuenta de que no había ninguna novedad y me harté del onanismo, fui a un diario digital y me enteré de que la rueda del autobús había estallado poco después de que se subiera un perroflauta que no quería pagar.
Algunas piezas del inmenso puzzle sideral comenzaban a encajar, pero había alguna sociedad secreta a la que no le interesaba que yo descubriera el pastel y me estaban poniendo trabas. Así que me puse a investigar la historia de Solícito Rodríguez, un tipo muy amable, amigo de sus amigos, primo de sus primos, que un día lo mandó todo a la mierda, vendió su coche, su casa, su mujer y sus niños y con lo que sacó compró tres toneladas de perejil que repartió entre todos los restaurantes de la ciudad de Madrid.
Evidentemente, esta investigación era únicamente para despistar a la CIA, que me seguía los pasos. Yo notaba el aliento frío y fétido de Mulder y Scully en la calurosa noche de julio.
Me fui a dormir, no porque me diera por vencido, sino porque tenía sueño. Pero antes de quedarme dormido tuve como una visión de unos tipos con cascos amarillos y trajes de novoprén que surgían de las aguas de un riachuelo de montaña y haciendo un extraño gesto con las manos les decían a los pacíficos bañistas que estaban en la orilla "Hola, terrículos, semos amigos, venimos en son de pax".
A eso de las cinco me despertó el picor de varios mosquitos (enviados, sin duda alguna, por la CIA) y una tormenta de la cual pensé que a ver si era lo suficientemente fuerte como para limpiar mi coche, que está hecho un asco. Pero no, la CIA (ahora lo sé) está controlada por los alienígenas y no permitió que la tormenta durara lo suficiente.
¿Os preguntaréis cuál es la gota que colmó el vaso? Yo, que siempre me ahogo en un vaso de agua, fui a echar un trago a morro de la botella de la nevera. Y en ese momento lo vi todo claro. Recordé el anuncio de Lanjarón, sí, ese en el que dicen que, como han descubierto agua Lanjarón en Marte, significa que hay vida inteligente en Marte. Y me dije: "¿por qué no?"
Y todo comenzó a encajar. Los mullets no son sino extraterrestres de la parte marciana de Lanjarón. Están enfrentados con los perroflautas, que, en realidad, son los tíos esos de los cascos amarillos y los trajes de novoprén, otro tipo de marcianos. Y han venido a la Tierra a tomar posesión de ella, lo que pasa es que se están enfrentando en luchas intestinas. Luchas intestinas que, de vez en cuando, provocan alguna fratulencia. Como la que se le escapó al perroflauta que subió al autobús y provocó la explosión de la rueda del bús. Esto puso sobre aviso al DJ (que una vez, bajo los efectos de un potente psicotrópico, fue abducido por los perroflautas y ahora ya eran colegas suyos), que estaba en contacto con el perroflauta, pero el tío del mullet (que había escapado de la cácel ayudado por una nave espacial) interceptó la comunicación y fue a casa del DJ y allí se lo cargó. Cuando llegó la policía (enviada por la CIA) y lo acosó, hizo como que se suicidaba, pero en realidad ahora está tomando el sol en alguna playa del Caribe.
Es lo mismo que le pasó a Curro, por eso nadie lo encontraba. Ahora vienen a por mi, sé que están ahí fuera, voy a intentar despistarlos pero no os garantizo nada. Ahora que vosotros también conocéis la verdad a medias, propagadla por el mundo. Pero cerrar el gas antes de salir de casa. Nuestro planeta está en peligro.