Pasear, digo, es peligroso...
Sobre todo pasear por Poble Nou... No, no lo es porque sea un barrio con problemas de identidad y población del más variado pelaje, no.
Digo que pasear es peligroso porque uno puede encontrarse con carteles como el que acompaña a esta entrada.
Que dirán ustedes: "Pues tampoco es para tanto". No, claro, que no. Eso es lo que diría la muchachada irreflexiva. Pero ustedes, cultivada élite que pulula por esta selecta página... Vergüenza les tendría que dar.
Porque si lo piensan, el peligro se esconde tras ese cartel. O más bien dicho, dentro del local que hay bajo ese cartel.
Porque uno es ateo militante (y tiene dos dedos de frente), porque si no entraría como elefante en cacharrería solicitando a voces el formulario de inscripción en esa iglesia. ¿Se puede ingresar en una iglesia más cool?
Porque no me negarán que el nombre de la iglesia es lo más. Se empìeza con el poco ambiguo vocablo 'Iglesia', dejando las cosas claras desde el principio.
¿Quién dijo redundancia? No conocemos esa palabra. ¿Hace falta decir que nuestra iglesia es una iglesia de Dios? Pues se dice.
Se continúa con el elegante adjetivo 'Ministerial', para poner los puntos sobre las íes advirtiendo a todo dios que aquí todo el mundo tiene derecho a un cargo.
Reforcemos nuestros argumentos al tiempo que aclaramos conceptos. Esta no es una Iglesia de Dios Ministerial cualquiera, no. Esta es una Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo. La duda ofende. Habráse visto.
Y ahora, la guinda del pastel, una palabra moderna a la par que atemporal, un concepto universal a la par que clásico. 'Internacional'. No sabemos si el internacional es Jesucristo o la iglesia pero... ¿a quién le importa?
¿Qué? ¿Hacen unas oraciones?