(Publicamos la primera colaboración enviada a Infulas. El autor ha preferido permanecer en... sí, en efecto, en el economato. Firma pues con un pseudónimo. No sin lo que, animamos a nuestros lectores, si los hubiere, a que se sientan libres de enviarnos cuantas colaboraciones consideren oportunas. Pagamos por peso y como ven, el control de calidad es... digámosle laxo).
Los quebrados
Hace ya tiempo que los quebrados dejaron de ser materia en las escuelas. Sí, ya sé. Durante la primera involución educativa (a mediados de los setenta), los quebrados siguieron existiendo como concepto, aunque se les cambió el nombre por el mucho más repipi de “fracciones”. Perdónenme el exabrupto pero, ¿qué gilipollez es esa de las fracciones?
En realidad, todo era un plan sibilinamente trazado para dar entrada a la metrosexualidad que nos invade estos aciagos tiempos. ¿Cómo se puede sustituir un nombre tan recio, racial y español como “quebrado” por una fruslería como “fracción”?
Las fracciones es mejor dejarlas para la lotería.
Pero no, eso no detuvo a los adalides de la ñoñería imperante... No tuvieron suficiente con debilitar el noble concepto de quebrado cambiándole de nombre. Vinieron luego con la inadmisible falacia de los números decimales. No sólo con los números decimales, no. No se contentaron con eso. Trajeron incluso los números decimales periódicos. Ya entonces empecé a sospechar de que todo se trataba de un plan maestro para borrar de nuestra memoria los números quebrados. ¿A qué mente enferma se le ocurre que 0,33333333333333... es más preciso (no digamos ya, más estético) que 1/3? Intente, intente usted escribir un hermoso quebrado como 1/3 en su ordenador; pero bien escrito, con su 1 arriba, su línea horizontal y su 3 abajo. ¿A que es difícil? ¿No es eso una prueba más de que no soy un conspiranoico de tres al cuarto? (¿pillan el chiste?)
¿Y el punto decimal? Si los números decimales ya eran intolerables, ¿qué me dicen del punto decimal. Por lo menos, la coma decimal (¡ojo! Puesta arriba, a modo de apóstrofe) era nuestra. Tampoco se conformaron con la coma y el punto decimal irrumpió en nuestras vidas como elefante en cacharrería. Además, tuvieron que ponerlo abajo, para confundirlo con nuestros puntos separadores de miles. Así fue como llegamos a que algo tan hermoso como ¾ tuviese que ser transcrito como 0.75. Un verdadero desatino, no me lo negarán.
Durante un tiempo, quien esto firma se mantuvo alerta y vigilante, tratando de luchar contra la injusta invasión de los decimales. La lucha fue en vano. Era una cruzada perdida de antemano.
Una confabulación judeo-masónica perpetrada desde las altas esferas del poder contra la que era imposible alzarse se hallaba detrás del proceso de vanalización de los números quebrados. Los números quebrados, como los antiguos colaboradores de Stalin, desaparecían de los libros de texto como por arte de magia.
Derramé unas lágrimas mientras, sabiéndome derrotado en una pugna desigual, escribía en mi viejo cuaderno Rubio el último quebrado.
Ahora me dedico a los sudokus.
Un pseudónimo
7 comentarios:
vivan los quebrados!! jajajajajajajaja!!!!
Yo también soy muy fan de los quebrados...
Lo que no acabo de entender son los sudokus...
Yo tampoco entiendo los sudokus... y además, con este calor, no apetece nada ponerse a hacerlos :)
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Ciertamente, conbitacoreros, es una lástima el lastimoso (v.l.r.) desuso en el que está ese bonito vocablo, y ese precioso concepto de los quebrados.
El otro día en la carnicería contemplé atónito cómo una vecina (la madre de Antóñito para más señas) trataba de que la mozuela que desmembraba los pollos y troceaba los lomos entendiera cuanto era "cuarto y mitad" de tapa o contratapa de ternera picada.
Aciagos días, amigo trota.
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