Amigüitos, como todos sabemos, cuando el entrenador de un equipo de fútbol ofrece, a las primeras de cambio, dudas sobre si podrá conseguir los objetivos planteados a principios de temporada, se suele decir: "Este entrenador no se come los turrones".
Pero si lo piensas bien, esta expresión es un poco idiota.
Vamos, que puede ser que el entrenador sea destituido antes de Navidades, pero, ¿por eso va a dejar de poder comer turrón en Navidad?
Por lo visto, todas las tiendas y grandes superficies comerciales en las que se vende turrón recibe una lista negra (como las de los ludópatas en los bingos) con todos los entrenadores destituidos antes de navidades.
- Buenas, ¿me da una barra del duro, otra del blando, una de yema y otra de chocolate?
- Mmmmmmm... sí, ¿le importa mostrarme su DNI?
...
- Espere un momento, que compruebe sus datos...
...
- No va a poder ser, lo siento mucho. Su nombre figura en la lista de Entrenadores Destituidos. Tenemos terminantemente prohibido por la Federación de Fútbol y la Liga de Fútbol Profesional suministrar cualquier dulce navideño a nadie que figure en esa lista. Lo siento.
- ¿Y una caja de polvorones? ¿Unos mazapanes?
- Nada. Absolutamente nada. De veras que lo lamento... Anda, márchese, o me veré obligado a dar parte a las autoridades y se queda usted también sin cava.
Claro, el entrenador, absolutamente desolado, se ve obligado a recurrir al mercado negro, donde los productos turroneros alcanzan unos precios prohibitivos...
- ¿Mil euros por un 1880?
- No te jodes, el turrón más caro del mundo... ya lo dice la propaganda. Lo tomas o lo dejas...
- Joder, qué chungo es el mono...
Ahora que, mira lo que te digo, yo si fuera un entrenador que estuviera en la cuerda floja (otro día estudiaremos esta expresión), antes de que me echaran me iba a un hipermercado y me aprovisionaba de kilos y más kilos de turrón (como si se anunciara una guerra). Luego ya dormiría tranquilo. Y si me echaran, daría una rueda de
prensa en Navidad, en la que sacaría una pastilla de turrón El Lobo estilo Jijona y me comería delante de todo el mundo dos o tres trozos... incluso ofrecería a la concurrencia, que lo cortés no quita lo valiente...
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