Ahora lo ves, ahora no lo ves.
¿Lo ves?
¡Qué lo vas a ver!
En fin, a lo que íbamos... Una de esas secciones que se me ocurrió un día para
Ínfulas y que luego cayó en los
inextricables pozos del olvido, en las negras aguas del
limbo de los recuerdos... en el anochecer de la memoria, en suma...
Pero un día de esos, que te despiertas más atontolinao de lo normal, te dices... ¿qué fue de aquello? (¡qué bien puestas están esas itálicas!)
Y al día siguiente, que te despiertas más dinámico, te dices... ¿por qué no?
De modo que quince días después te sientas al teclado (no en el teclado ni sobre el teclado) y te enfrentas con la pesadilla de la página en blanco.
Un mes después quizás ya hayas pensado que no es mal momento para reiniciar viejos proyectos, aunque posiblemente ya hayas olvidado qué proyectos eran esos. Para eso está el borrador, piensas, pero en ese momento pasa una mosca volando frente a tu nariz y se va al garete toda la inspiración...
A modo de ejemplo viene a cuento (o no) toda esta historia sobre la soledad del bloguero de fondo (que no de forma, que de eso ando bien... un poco curvada, pero no sé si fue Coco Chanel quien dijo que la curva es bella).
Así que... sin más dilación, vayamos al grano (un día tendría que recuperar la sección
Orígen de la expresión)...
¿Quién sabe qué cojones quiere decir inmarcesible?
¿Nadie? Bueno, yo tampoco. Pero para eso está la etimología...
Uno empieza a desenredar las partes que componen una palabra y al final saca su significado.
¿Que no? Como prueba va un botón.
Inmarcesible: in-marc-sible...
Las fáciles: in- lo contrario de; sible... posible.
¿Marc? No creo que tenga nada que ver con Marcos... Puede que sea Mar C. Entonces vendrá de... Mar Cantábrico. ¡Claro! ¡Eso es!
Lo juntamos todo y... ¡voilà!
Inmarcesible: ¡esto no puede venir del mar Cantábrico! ¡Las anchoas!