Llegado el caso, y ante su consubstancial tendencia a la duda, el inseguro Eutimiano, gota-de-sudor-resbalando-por-su-frente, sospechando que su opinión no iba a ser bien recibida por su jefe que, palmoteando con aquella manaza peluda su espalda le animaba "a que expresara su opinión con franqueza y sin compromiso", no teniéndolas todas consigo, encontró un (des)afortunado aforismo que, en su estado de nervios, le provocó una sonrisa involuntaria...
"Emitir u omitir, esa es la cuestión".
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