jueves, 3 de febrero de 2011

Instrucciones para abominar de uno mismo


- Consígase un disfraz de Yeti. No repare en gastos. Recuerde que lo barato al final sale caro.

- Agénciese un viaje a Nepal. No olvide abrigarse. Y llévese un espejito.

- Suba al Tibet. Así, en general.

- Una vez que se halle en lo alto de una cima (valga la redundancia), disfrácese del Yeti. Si ha olvidado llevarse el disfraz de Yeti, baje la cima y vuelva a repetir este punto. Nota: tampoco hace falta que sea la cima más alta del Tibet, pero es indispensable que esté nevada, cuanto más nevada mejor.

- Compruebe que el disfraz del Yeti es de su talla. Esta comprobación, tiene usted razón, la debería haber hecho al principio, pero nunca es tarde si la dicha es buena, y con el frío que hace aquí arriba no estamos para discusiones tontas. Queremos que usted parezca abominable, no un mamarracho.

- Mírese con el espejito y ponga cara de asustado. Exclame: "¡Oh! ¡Qué abominable soy!"

- Misión cumplida. Recoja sus bártulos y regrese a su cálido y confortable hogar.

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