Viernes Santo del año 31 d.C., Jesús vuelve a casa de parranda. Es madrugada. La Virgen María le espera levantada y le echa la bronca cuando llega.
- ¡Qué cruz! -es lo único que puede decir el pobre Jesús, desconocedor por completo de lo que el destino le tiene preparado en dos años.
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