Pedro Grillo siempre era muy razonable. Jamás cometía ninguna imprudencia. Era un tipo que tenía
un roto para cada descosío. No sonreía nunca por miedo a ser malinterpretado. El concepto de riesgo estaba profundamente arraigado en sus cromosomas. Al cruzar la calle miraba hacia cada lado diez veces, primero una a la izquierda, luego otra a la derecha, después dos a la izquierda, luego dos a la derecha y finalmente siete a la izquierda y siete a la derecha.
Todo el seguro mundo sobre el que Pedro Grillo había edificando su existencia se
tronchó cuando le tocó la lotería.
Eso descoloca a cualquiera. Es como si a Paris Hilton le cortan el chorro de pasta de un día para otro.
ResponderEliminar